martes, 22 de septiembre de 2015

Prensa del pasado (III)



Mitin agrícola. El noroeste, 16 de noviembre de 1910.



























Trubia

(De nuestro corresponsal)
En Las Regueras

   Ayer por la tarde tuvo lugar el mitin agrícola que oportunamente habíamos anunciado.

   El entusiasmo que este acto despertara entre los sufridos labriegos, bien lo demostraron éstos, desafiando las iras del mal tiempo y aguantando fuerte vendaval y una lluvia torrencial mientras tenía lugar el mitin.

   A pesar del mal aspecto del tiempo viose el acto bastante concurrido.

   Los aplausos tributados a los que hicieron uso de la palabra, fueron clara demostración del sentimiento de que los labradores van camino de emanciparse.

   Igancio Perales, de Santullano, que preside, hace la presentación de los oradores, recomendando se tomen cuenta los atinados consejos que se os da -dice- y llevéis a vuestros hogares los conocimientos que aquí os han de dar.

   Alejandro González de Trubia, manifiesta que siempre le ha inspirado la clase campesina una honda simpatía y que cree que con los obreros del campo se comete la mayor de las injusticias, pues a pesar de nuestro afanes y desvelos –exclama- os veis completamente despojados de cuanto significa bienestar.

   Considera como medio único que puede salvar a los agricultores de su próximo estado la asociación, recomendándoles engruesen la Sociedad que tienen organizada.

   Síguele en el uso de la palabra Eladio Artamendi.

   Manifiesta su gran satisfacción por poder contribuir, aunque en modesto grado –dice- a la difusión del principio de asociación entre la humilde clase agrícola.

   Para demostrar la bondad de los organismos societarios analiza las ventajas que por tal medio consiguieron los obreros asociados de la industria en general, reduciendo aquellas bárbaras jornadas que no hace mucho se veían los obreros obligados a trabajar, arrancando asimismo la ley de Accidentes del trabajo y una consideración social en armonía con los derechos de ciudadanía.

   Esto, repite, no olvidéis que fue todo ello arrancado por la fuerza de la unión; pues jamás los capitalistas de todos órdenes y categorías dieron a los obreros la más insignificante mejora, a pesar de que la mayor parte de ellos son católicos, apostólicos, confiesan y comulgan, sin que los obreros le exigieran.

   Ocupase seguidamente de la importancia de la instrucción, encareciendo la difusión de la cultura entre los agricultores, como medio de poderse capacitar para desarrollar sus organismos y poder de tal modo ir derrocando los prejuicios que privan a los campesinos de intervenir de una manera directa en la vida del Estado, para que éste no haga lo que hasta el presente, manteniendo a la clase obrera completamente desatendida.

   Pone de manifiesto el contraste que resulta de que mientras, a ciertas clases que pertenecen a ciertas instituciones se les aumentan sus pagas, nada se hace para fomentar la Agricultura que en nuestras fértiles tierras pudiera ser motivo de riqueza, a la vez que serviría para mitigar en algo esa desbandada que la emigración significa.

   Hace algunas otras referencias de interés para los agricultores y termina recomendando a los allí reunidos pongan verdadero empeño en la obra de asociarse, para traer una sociedad menos egoísta y más humana que permita a todos los hombres el disfrute de un buen vivir.

   Manuel Vigil dice que tratará de la necesidad de las Asociaciones, como medio para mejorar la vida.

   Explica la manera de cómo sin el trabajo que hace el obrero del campo, y sin la industria, no habría nada posible; y sin embargo de esto –añade- no son los obreros ni más ni menos considerados que como simple mercancía.

   Refiérese a las contribuciones del Estado y hace ver que de ellas disponen los capitalistas, siendo diputados y ministros sus representantes.

   Explica el móvil de los monopolios que no es otro que el de asociarse los capitalistas para poder explotar las industrias elevando el precio de sus productos, con lo que encarecen la vida del proletariado y ponen a éste en condiciones de tener que emigrar fuera de esta tierra que tantos afanes cuesta al pueblo trabajador.

   Cita a este efecto entre otros el monopolio del azúcar, producto más caro en España que en todas las demás naciones.

   Señala el egoísmo que tienen toda clase de patronos, y al efecto hace algunas consideraciones poniendo de manifiesto, que aquellos que tienen el Poder en sus manos y desde él dictan las leyes restrictivas impidiendo con los Aranceles y otros gravámenes a los productos que puedan venir éstos de otros países.

   Hace un parangón entre el sacerdocio de la religión y el que representa el maestro de la escuela, y a este efecto señala el tremendo fracaso que para el proletariado significó la predicación de la resignación que aconseja pasar por todo en este mundo, para recoger la recompensa en la otra vida.

   Cita asimismo las tarifas que en la religión existen para bautizos, casamientos y entierros, diciendo que todo ello es a base de dinero, sin el cual no prestan sus servicios a los miembros de la religión.

   Pasa a examinar lo que el Ejército significa, sacando la consecuencia de que esta institución también adolece del defecto de organización que en otras cosas se observa, y a ella dejan de incorporarse los hijos de los ricos porque pueden disponer de 1.500 pesetas que les exime del cumplimiento de esa ley, a pesar de ser los conflictos que como el de Marruecos se promovieron por favorecer los intereses de cuatro propietarios de las minas que allí se quieren explotar.

   Con respecto a la Magistratura hace las mismas consideraciones.

   Dice que este organismo adolece de los mismos defectos y que por eso siempre favorece a los capitalistas en sus decisiones entre las contiendas entre el capital y el trabajo.

   Termina exhortando a los reunidos a que entren francamente en el camino de la organización para poder llegar a formar parte del Poder, que es desde donde cabe hacer que las cosas cambien en beneficio del pueblo trabajador.

   Por último, el presidente excita a que los reunidos persistan en su asociación, dando por terminado el acto en medio del mayor entusiasmo.

   ¡Ánimo, pues, agricultores! ¡Adelante con vuestra unión!
E.A.
Trubia 14 de Noviembre de 1910

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