La Cueva de La Paloma: Investigaciones y resultados
Texto: David Santirso Ruíz.
La Cueva de la Paloma se encuentra situada en
Soto de Las Regueras sobre el río Soto, afluente del río Nalón, relativamente cerca, a vuelo de pájaro, de San Román de Candamo. Geográficamente hablando, podríamos decir que es uno
de los yacimientos más occidentales del Paleolítico
Superior, más concretamente del periodo Magdaleniense
Europeo, y uno de los más ricos cuantitativa y cualitativamente.
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Abertura principal de la Cueva de la Paloma (Foto: M. Suárez, 2011) |
La cueva en sí presenta su abertura principal
primigenia, de unos 8
metros de longitud a un nivel similar al del río,
orientada hacia el oeste. Pasando el arco calizo inicial, la entrada comunica
con un “Patio”, una especie de sima que comunicaría con otras salas. Continuaría
durante varios metros más en dirección sureste hasta encontrarnos con la sala
de la cueva, donde techo y suelo descenderían paulatinamente.
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Planta de la Cueva de La Paloma (González Sainz, 1986: 49) |
La historia de la
excavación de la cueva se remonta a principios del s. XX, más concretamente al
año 1912, cuando el posible yacimiento arqueológico es detectado por J.
Carballo. Una vez descubierto, se observan ciertas huellas de manipulación
previa, realizado por un vecino de la zona en su afán por buscar un posible tesoro,
lo cual repercutiría muy negativamente en el estado de conservación de la Cueva desde un inicio. En
1914, la dirección de las dos campañas arqueológicas que se ejecutarían
posteriormente quedarían en manos de E. Hernández-Pacheco y la Comisión
de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas. Para entonces, Pacheco
contaría ya con la ayuda de otros prehistoriadores de la Península Ibérica como
serían El Conde de la Vega del Sella, J. Cabré y P. Wernert, si bien la mayor
parte de bibliografía original y estudios sobre las campañas arqueológicas, los
materiales hallados y las probables cronologías, datan del periodo comprendido
entre 1915 y 1919, y nos llegan a través de breves artículos informativos sobre
las características más llamativas del yacimiento y las piezas de arte mueble
de mayor relevancia, así como de una
breve Memoria en 1923. A
lo largo de las décadas siguientes, varios serían los acercamientos al estudio
de la cueva, como los trabajos de Soledad Corchón o Ignacio Barandiarán Maestu,
que tratarían preferentemente sobre aspectos generales de la industria y el
arte óseo y mueble respectivamente. Otras intervenciones directas ejecutadas
sobre el yacimiento en los años 70 como las del profesor de la Universidad de
Salamanca, Julián Bécares, aún no han visto la luz a día de hoy, por ello una
de las últimas compilaciones sobre la Cueva nos llevaría a un texto general
realizado por Navarrete, Sanchiz, Hoyos, Brunet y Castaños.
Muchas han sido las discusiones sobre la estratigrafía
de la Cueva, tanto por los propios movimientos que se han dado con el tiempo,
como por la propia acción de las excavaciones, que han generado variadas
interpretaciones sobre los restos encontrados y su datación cronológica. A
pesar de ello se puede exponer sobre la tesis de Pacheco y las actualizaciones
de Hoyos en 1980 que, incluyendo en el análisis algunas críticas expuestas por Hugo
Obermaier, dirigidas a las dataciones
de la cueva por la falta de una serie continuada estratos intactos, basándose
en algunas zanjas y cortes (que pesarían mucho a pesar de su vaguedad teórica).
La secuencia estratigráfica completa (cuyo grosor sería de unos 5 metros ) iría desde
etapas correspondientes al Magdaleniense Inferior, hasta las más tardías que
datarían del periodo Aziliense. En cuanto a la cronología de los estratos, las
industrias y restos arqueológicos en ellos encontrados, a pesar del palimpsesto -mezcla de estratos que impide a los arqueólogos saber cuál es el nivel superior y cuál el inferior- que muchos han sufrido a lo largo del tiempo así como por las inundaciones del
río Soto, podríamos hacer la siguiente descripción en base a los diversos estudios
realizados por los investigadores ya citados y otros como Fernández-Tresguerres
o Fernández-Eraso.
Estratigrafía de la Cueva de La Paloma
Nivel 0 o superficial: Un primer estrato estéril,
arcilloso y rocoso con escasos útiles trabajados (algún raspador, machacadores
y recortadores). Más llamativos son otros restos cerámicos, con decoración por
incisión o una pesa de telar y un molde para punzones junto con otros adornos-colgantes
más relacionados con el Paleolítico Superior más tardío. De hecho, junto a
ellos se encontraron restos humanos que fueron interpretados por Pacheco como
posibles enterramientos Neolíticos.
Nivel I: Se correspondería con un nivel de tierra
negra sin mayor interés.
Nivel II: Se trata de un nivel pequeño, de entre unos
20 y 50cm. Pacheco ofrece datos sobre la posibilidad de un enterramiento
infantil dado el hallazgo de restos óseos tales como un maxilar y varios
dientes.
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Hoja pequeña de dorso (Cueva del Castillo) |
En el mismo estrato veríamos también una gran
profusión de útiles,
unos 263, siendo los raspadores sobre lasca una vez más, los más numerosos junto
con hojas pequeñas de dorso, ambos pertenecientes, probablemente, al periodo Aziliense
y con distintos tipos de talla así como de material sobre el que se ha
trabajado (cuarcita, silex, cuarzo, etc). También se hallarían, en menor
medida, arpones, punzones, azagayas, varillas o propulsores, muchas de ellas
trabajadas de manera muy eficaz dado el acabado, pulido y decoración posterior a
la talla. Incluso, podemos encontrar algún colgante trabajado sobre una gran
variedad de moluscos.
Finalmente, encontramos gran cantidad de
restos de fauna, donde primarán los correspondientes a mamíferos, como ciervos
(en su mayoría adultos pero también jóvenes), cabras e incluso osos junto con algunos anfibios.
Nivel III: Oscila entre unos 10 y 40cm. Es un estrato
que no tiene gran cantidad de restos, donde predomina un tono rojizo con
algunos lentejones negros. Son llamativos algunos de los restos contados por
González Sainz, como tres buriles,
tres raspadores
y sobre todos dos núcleos de cuarcita y silex.
Nivel IV: Se trata de un nivel datado en el Magdaleniense
Superior con restos muy variados, desde buriles o azagayas,
hasta arpones
o punzones, pertenecientes algunos de ellos a la primera fase del Aziliense.
Como no, también se encontraron gran cantidad de restos de fauna.
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Arpones |
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Azagayas |
Gran cantidad de los útiles están retocados. Es
llamativa la aparición de restos de núcleos de sílex y también lascas de
cristal de roca, así como también alguna plaquita con motivos grabados. También
será llamativo el cuidado y trabajo realizado sobre muchas azagayas
encontradas, dado su morfo-tipo (decoradas primero, con una parte distal apuntada,
de sección preferentemente circular y base elegida), que las hacen distintas a
la mayor parte de Azagayas encontradas en otros yacimientos paleolíticos
asturianos.
La importancia de este nivel viene dada porque podría confirmar la
hipótesis de Hernández-Pacheco, que hablaba de un proceso de transición del
Magdaleniense Superior al Aziliense en el yacimiento. Martínez y Chapa,
hablarían también de un progresivo avance en las industrias de este nivel,
yendo del Magdaleniense Superior Inicial, representado por la industria lítica
(la cual no es muy abundante en este nivel), mientras que la ósea se
correspondería con periodos posteriores, del Magdaleniense VI de la cual hay
mayor número, lo que dataría este nivel en un momento bastante posterior (entre
el 12.900-12.000
B.P.).
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Útiles del Magdaleniense recuperados de la cueva (Barandiarán, 1971: 266) |
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Útiles del Aziliense recuperados de la cueva (Barandiarán, 1971: 267) |
Nivel V: Tiene una matriz roja con una composición
pedregosa que va desde unos estrechos 0,10cm hasta casi 1,50m. En los 3
subniveles en los que se divide ya se ve clara escasez de materiales, sobre
todo líticos.
Nivel VI: Muy negro y arcilloso (de 0.10cm a 0,60cm).
Volvemos a etapas del Magdaleniense Medio, con más de 400 útiles diversos,
muchos de ellos aun en proceso de fabricación, si bien muestran un gran cuidado
en el proceso de tallado y acabado de las piezas. También aparecen un gran
número de restos de fauna.
Por otro lado, según Barandiarán, un resto
óseo encontrado podría ser datado alrededor del 14.600+-160B.P.
Estas variaciones no hacen sino afirmar que
las investigaciones basadas únicamente en los útiles pueden quedar cojas, y
como consecuencia ofrecer dataciones incorrectas dado que algunos de los útiles
que se creen pertenecientes a etapas previas podrían ser posteriores, lo que
podría concordar con la datación de Barandiarán y la posterior de G. Adán
(entre el 14.500 y el 13.400B.P.).
De cualquier manera, según las últimas
investigaciones de Corchón, se podría afirmar que algunos útiles datados por la
presencia de restos óseos en el Paleolítico Medio podrían pertenecer a un tecnocomplejo
posterior, similar a algunos restos encontrados en La
Viña, Collubil
y La Riera.
Nivel VII: Tiene cuatro subniveles (de 0,08m a 0,55m).
No presenta restos llamativos, más allá de alguno óseo perteneciente a algún
mamífero (ciervo, en su mayor parte) y cantos rodados en caliza.
Nivel VIII: Tiene cuatro subniveles (de 0,20m a 0,30m).
Magdaleniense inferior con más de 220 útiles con predominio de raspadores sobre
lasca y buriles y solo 15 hojitas de dorso. También vemos talla en restos óseos
y otros útiles como azagayas. Hay restos de fauna, en su mayor parte de ciervo
y otros mamíferos.
Para Hernández-Pacheco, hay continuidad con
el Magdaleniense Medio, no un corte estricto dentro de sus estratos, de ahí la
similitud de útiles entre los subniveles y los estratos posteriores. Aunque
existen un gran número de opiniones si nos atenemos a las teorías de Obermaier
o Utrilla, hoy en día se puede afirmar que en La Cueva de la Paloma, hay gran
similitud y continuidad entre los morfo-tipos de los tecnocomplejos del
Magdaleniense Inferior y del Medio sin obviar, que muchos restos han podido
llegar a entremezclarse lo que ha hecho y sigue haciendo que afirmar tales
supuestos sea arriesgado.
Nivel IX: De espesor no determinado y estéril ya que es
la base de la cueva.
Como se ha visto, existe una gran colección
de restos a lo largo y ancho de todos los niveles que componen el mapa
estratigráfico de la Cueva de la Paloma. De todos ellos, los más llamativos son
los trabajos que se corresponden con la talla sobre restos óseos, dado que han
sido ellos, en mayor medida, los que han ido posibilitando la datación, no solo
de los distintos niveles, sino también la propia evolución de los
tecnocomplejos. Eso no implica que debamos olvidar la gran cantidad de útiles
realizados sobre caliza, o incluso caninos de animales, así como su gran
variedad.
Anexo: Estado de conservación de la Cueva de La Paloma
Texto: Miguel Suárez
En
la actualidad, la cueva presenta un pobre estado de conservación debido
tanto al abandono, como a la acción humana. Aunque el acceso a la cueva
está protegido por una alambrada, la invasión de la maleza, el paso
probable de animales como los jabalíes, etc. la han hecho ceder,
quedando inservible en muchos puntos.
Sin
embargo, el principal problema no es la naturaleza (que al fin y al
cabo, sólo reclama lo que es suyo). El verdadero problema es tanto la
acción humana, como la no acción. La no acción porque, a pesar de tener
en nuestra zona uno de los principales yacimientos prehistóricos de la
cornisa cantábrica, vinculado además con otro yacimiento único (la necrópolis neolítica de Piedrafita), apenas los
conocemos, no sabemos qué hubo en ellos y, cuando queramos hacerlo,
puede que ya no podamos porque no quedará nada de ellos.
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Excavación de uno de los túmulos de Piedrafita (de Blas Cortina, 1986: 75) |
Y
en cuanto a la acción todavía existe quien, movido por una especie de
complejo de Indiana Jones (o quizá por alguna atracción enfermiza por
los huesos humanos o de animales), espera encontrar fantásticos tesoros
prehistóricos sin saber que: 1) los restos ya han sido recogidos por los
arqueólogos; 2) estos restos no tienen ningún valor económico, "sólo"
valor cultural; 3) su valor cultural depende de que todo el mundo pueda
conocer esos restos, porque sin eso, tampoco valen nada. Algunos incluso se olvidaron sus herramientas en medio del yacimiento, a lo mejor frustrados por no haber encontrado tesoros.
Otros,
quizá menos espabilados, puede que no encontraran la "pequeña" abertura
principal de la cueva, de sólo 8 metros de altura, y se vieran
obligados a entrar por una pequeña entrada lateral. Eso sí, después de
una encarnizada batalla contra la reja que les impedía realizar su
peculiar contribución al conocimiento y conservación de nuestra
historia.
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Restos de la batalla contra la reja enemiga |
En
fin, no somos partidarios de blindar los yacimientos porque, como se ha
dicho, si no se pueden visitar, si la gente no puede conocerlos,
pierden todo su valor. Pero por desgracia, los vallados y las rejas
siguen siendo necesarias para evitar los desmanes de quienes son
incapaces de valorar lo que tienen (no olvidemos que el patrimonio
cultural es de todos). Por eso, es fundamental dar a conocer lo
que tenemos, porque es imposible valorar lo que no se conoce. Y luego,
que cada uno decida en qué medida quiere proteger y transmitir a los que
vienen detrás lo que, al fin y al cabo, es suyo.
Bibliografía de referencia
ADÁN, G.; GARCÍA, E. y QUESADA, J. M. (2006): "La Cueva de La Paloma: El inicio de la investigación paleolítica en Asturias (1914)", en Asociación La Piedriquina (Ed.): Estudios ofrecidos a José Manuel González en el centenario de su nacimiento, pp. 9-25.
BARANDIARÁN, I. (1971): "La Cueva de la Paloma (Asturias)", Aranzadi: Sociedad de Ciencias Naturales, n. 2/3, San Sebastián, pp. 255-283.
De BLAS CORTINA, M. Á. (1990): "Excavaciones arqueológicas en la necrópolis megalítica de La Cobertoria (divisoria Lena-Quirós) y en los campos de túmulos de Piedrafita y El Llanu la Vara (Las Regueras)", Excavaciones arqueológicas en Asturias 1983-86, Servicio de Publicaciones del Principado de Asturias, pp. 69-77.
BARANDIARÁN, I. (1971): "La Cueva de la Paloma (Asturias)", Aranzadi: Sociedad de Ciencias Naturales, n. 2/3, San Sebastián, pp. 255-283.
De BLAS CORTINA, M. Á. (1990): "Excavaciones arqueológicas en la necrópolis megalítica de La Cobertoria (divisoria Lena-Quirós) y en los campos de túmulos de Piedrafita y El Llanu la Vara (Las Regueras)", Excavaciones arqueológicas en Asturias 1983-86, Servicio de Publicaciones del Principado de Asturias, pp. 69-77.
GONZÁLEZ SAINZ, C. (1986): El Magdaleniense superior-final de la región cantábrica, Tesis Doctoral, Universidad de Cantabria.
HERNÁNDEZ PACHECO, E. (1923): La vida de nuestros antecesores paleolíticos según los resultados de las excavaciones de La Paloma (Asturias), Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, n. 31.
HERNÁNDEZ PACHECO, E. (1923): La vida de nuestros antecesores paleolíticos según los resultados de las excavaciones de La Paloma (Asturias), Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, n. 31.

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en que pais se ubica la cueva paloma??
ResponderEliminarEspaña (Principado de Asturias, Concejo de Las Regueras).
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